Atonement

"Que la vida iba en serio uno lo empieza a comprender más tarde"

Escribir porque sí

El pueblo que se mudó de la mina a una ciudad (pero extraña vivir junto al cobre).

Vivir en los párkings de la cadena de supermercados Walmart.

El manuscrito de ‘Frankenstein’ de Mary Shelley.

Emmanuel Carrère y el arte de la no ficción.

Dios no existe y yo soy gay.

JFK: el mito, en perspectiva.

El oficio del editor, por Sergio Dahbar y Beatriz De Moura.

“¡Cuántos millones y millones de palabras tendrán cincuenta mil libros!”, el secreto de la librería La Central.

“Escribir porque sí”.

Alberto Rojas y Raúl del Pozo hablan sobre el oficio de contar.

Una conversación (mía) con Leila Guerriero.

Escribe Alice Munro en ‘Demasiada Felicidad’: “Empezar a enamorarse. Eso sugiere cierto paso del tiempo, cierto abandono; pero también se puede tomar como una aceleración, el momento o el segundo en que te enamoras”.

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Y una canción.

Entropía

Ser homosexual en Irán.

Los Dibrani, apátridas en Europa.

Juan Soto Ivars escribe sobre su tío, que está perdiendo la batalla contra el cáncer.

Danguolè no fue diagnosticada de síndrome de Asperger hasta que llegó a la universidad.

La historia de la morgue del New York Times. Y el documental ‘Page One: un año en The New York Times’.

La intrahistoria y las anotaciones editoriales del reportaje de Gay Talese: ‘Sinatra está resfriado’.

Entrevista a John Banville. El escritor canalla de Irlanda.

La amistad entre Kingsley Amis y Philip Larkin.

CELOS: trío pasional entre alguien, su ser amado y su fantasma.

Escribe Kiko Amat en ‘Rompepistas’: “Dispuesto a encontrarme con todo, con todos, con ellos, para hablar de él, para hablar de nosotros una vez más; durante una época era lo único que teníamos. Aquellas canciones y a nosotros mismos”.

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Y una canción.

Todos ustedes son una generación perdida

Un cuento de Alice Munro.

Julian Barnes sobre Mario Vargas Llosa.

Kingsley Amis & Martin Amis. Y no se mueran sin leer ‘El libro de Rachel’.

Un obituario para Nathan Zuckerman.

El estilo inconfundible de Eduardo Mendoza.

Leila Guerriero por Alan Pauls.

Jeffrey Eugenides o mi descubrimiento de 2013. En dura pugna con Peter Cameron y su ‘Coral Glynn’.

Norman Mailer y Tom Wolfe.

Arturo Pérez-Reverte: él, sus artículos y los libros que amueblan la vida.

Thomas Pynchon como religión.

Gay Talese y el arte de la no ficción.

‘Nipple Jesus’ de Nick Hornby.

Un relato de Hanif Kureishi.

¿Así que quieres ser escritor?

Escribe Ian McEwan en ‘Operación Dulce’: “Y estaba furiosa conmigo misma por haberme engañado respecto a él, por haber creído que aquel cretino hinchado y con orejas de soplillo podría haberme hecho feliz. Era una suerte para mi estar vacunada contra su ridículo noviazgo”.

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Y una canción.

Leer para cambiar de piel

La obsesión por contar nuestra vida no es un invento de Twitter ni de Facebook.

Libertad de información.

Así será la Sagrada Familia de Gaudí en 2026.

Las vidas rotas de Fukushima.

Joseph Mitchell: El fantasma de los pasillos del New Yorker.

Los hábitos diarios de tres filósofos: Nietzsche, Marx y Kant.

El plagio llega a las portadas de los libros.

Philip Roth sólo lee a dos escritores vivos, a su amigo Don DeLillo y a Salman Rushdie.

“Buenos días, ha ganado el Nobel”. Y Doris Lessing enterándose por la prensa de que había ganado el Nobel de Literatura.

Escribe Paloma Bravo en ‘La piel de Mica’: “También leía. Todo. Demasiado. Y no salía. Y no reía. Y ya tampoco follaba. Nada. Mucha nada. Era una nerd cuando no estaba de moda serlo. Una adolescente solitaria”.

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Y una canción.

La palabra, las palabras

Dice Ian McEwan que su nueva novela, ‘Operación dulce’, es “una historia de amor, pero no solo entre un hombre y una mujer, sino de amor a la literatura”.

Los refugiados climáticos.

Los mundos de Juan Villoro. Y Villoro escribe sobre Roberto Bolaño.

Algunos fragmentos de ‘Every love story is a ghost story’, la biografía de David Foster Wallace.

Hergé y Tintin.

Philip Roth y amigos.

Juan Gabriel Vásquez sobre Ricardo Piglia.

Un cuento de J.D. Salinger sobre la muerte de la cantante Bessie Smith.

Anaïs Nin leyendo sus diarios.

Escribe Hanif Kureishi en ‘Intimidad’: “Las palabras son acciones y provocan acontecimientos”.
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Y una canción.

Periodismo en el campo de batalla

“Mi desasosiego iba a más a medida que recapacitaba sobre el sinsentido de aquella situación. ¿Qué hacía un cuarentón como yo en aquel punto perdido de la volátil frontera turcosiria, comportándose como un colegial ávido de aventuras? ¿Por qué seguía atrayéndome vivir situaciones extremas y exponerme a peligros tales como el representado por el régimen del presidente Bashar el Asad, enfrascado, desde un año atrás, en una demencial espiral represiva en la que ni siquiera se respetaba a un corresponsal extranjero desarmado? ¿Qué carencia emocional hacía que, cuando trabajaba en la redacción de Barcelona editando y titulando los textos enviados por compañeros, la vida me pareciera insulsa, sin sustancia ni colores? ¿Por qué no me conformaba, como el 99,9% de los seres humanos, con una existencia predecible, marcada por el trabajo, las cenas, las visitas a familiares y amigos y las idas al cine? Estos y otros pensamientos similares atravesaban mi cerebro con la velocidad de un rayo mientras me preparaba para recorrer ese kilómetro y medio que separaba la guerra siria de la seguridad turca, probablemente el kilómetro y medio más extenuante que recorrería jamás en toda mi vida profesional, guinda final a una incursión ilegal de dos semanas de duración en un país sacudido por una revolución, que en sus casi doce meses de vida acumulaba miles de muertos, decenas de miles de desaparecidos y brutales abusos contra la población civil por parte de las fuerzas de seguridad”.

Este fragmento pertenece al último capítulo -“La guerra decisiva se libra en Siria, 2012”- del libro ‘Periodismo en el campo de batalla’ del periodista Marc Marginedas, secuestrado en Siria desde el pasado 4 de septiembre.

Blanco nocturno

Los gitanos deportados de Alemania.

Las mariposas de Vladimir Nabokov.

“España se parece cada vez más al Baltimore de The Wire”, le ha dicho David Simon a Xavi Ayen.

Ha muerto Álvaro Mutis. Y su manifiesto Contra la Muerte del Espíritu.

Santiago Roncagliolo pidiendo el Nobel de Literatura para Stephen King.

El arte de escribir mal.

La abuela de Marcel Ventura murió el otro día. Él escribe sobre el plato de comida que le dejó en el congelador.

Comprar libros y no leerlos nunca.

Escribe Ricardo Piglia en ‘Blanco Nocturno’: “Vino porque nunca estaba tranquilo, porque no se podía quedar quieto, porque buscaba un lugar donde no le trataran como un ciudadano de segunda clase. Vino a eso, y ahora está muerto”.

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Y una canción.

El día que me vaya no se lo diré a nadie

La crisis española vista por un argentino: ‘El vapor de las ilusiones’.

Un experto en ángeles y santos persigue a ladrones de libros.

Luc Sante sobre Charles Marville y París en el siglo XIX.

El día que intoxicaron a Messi.

El periodista Edward Kennedy tuvo la primicia del final de la II Guerra Mundial; como premio fue despedido. AP le pidió perdón 67 años después.

En Jot Down escribe Pablo R. Suanzes sobre ‘The West Wing’ y el “idealismo sin remilgos” de Sorkin.

Mark Twain, Susan Sontag o Anaïs Nin sobre Nueva York.

La Universidad de Princeton ha digitalizado el manuscrito de ‘This side of paradise’ de Francis Scott Fitzgerald. Y el de ‘El Gran Gatsby’.

La vida de Ernest Hemingway en fotos.

Un cuento de Ian McEwan.

Sobre la hemorragia de puntos suspensivos en la que vivimos.

Escribe Kiko Amat en ‘El día que me vaya no se lo diré a nadie’: “Que pasen los días sin saber adónde voy, y sin saber su opinión sobre mi viaje. Que me miren en el tren y no sepan quién soy. Que no tenga que sonreír si no quiero. Hablar si no quiero. Comer sin hambre. Reír sin ganas”.

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Y una canción.

Valladolid (I)

(NOTA: Mi amigo De La Calle vivió un año en Pucela y escribió unas historias narrando aquella experiencia que no me puedo guardar para mi. Aquí la primera entrega)

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Tenía que haberlo intuido el viernes. Pero no, no lo hice. Las manchas de kalimotxo en el suelo o que nadie abriera la puerta de su habitación al escuchar una voz nueva en el pasillo eran muestras inequívocas de que aquello no empezaba bien. El resto llegó el domingo. Y días, semanas y meses después.

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Solté las maletas y ni siquiera las deshice. Me senté en el salón esperando que alguien entrara por la puerta del piso. Alguien con quien hablar, pensé. Era lo único que podía hacer en una ciudad en la que no paraba de llover -diluviaba desde que había llegado dos horas antes- y en la que una persona como yo -mi fuerte nunca fue la orientación- se hubiera perdido con facilidad.

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Entró en el piso sin encender la luz de la entrada y asomó la cabeza por la puerta del salón, donde yo seguía sentado. Me miró y no dijo nada a mi entusiasta hola. Este es el rarito del piso, me dije convencido.
Al rato se repitió la escena. ¿Dos raritos? Bueno, ella será la simpática.

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Llegó al rato. Venía acompañada. Sí me saludó, y además me presentó a su acompañante.
– Esta es mi mami.
Era como poco 30 años mayor que ella. En parte tenía razón. Solo en parte.
Después de las presentaciones no hubo más preguntas. Se fueron a la habitación de ella. Hubo risas al fondo del pasillo. Y mientras, en el salón, me preguntaba dónde me había metido. La respuesta vendría después. Aunque claro, era esto o la orilla del Pisuerga. Con el tiempo aprendí que la segunda opción hubiera sido una mala opción -el frío de esta ciudad estira la piel a nivel lifting-. Pero eso es otra historia.

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Cuando me metí en la cama, en mi cabeza se repetían en bucle infinito estas palabras: Madrid. Viernes. Menos de cinco días.

No te rindas

Dice Quim Monzó que los chistes machistas de antaño se convierten ahora en chistes “hembristas”. Y sobre las mujeres que se niegan a firmar al pie de tanta revista femenina que las define “como esos seres a los que la depilación les duele, la menstruación les molesta y no encuentran placer más grande que reunirse entre ellas para hablar de cosas de chicas”, escribió hace tiempo Leila Guerriero.

Thomas Pynchon vuelve a Nueva York en ‘Bleeding Edge’. Y a Antonio Muñoz Molina no le ha gustado la nueva novela de Coetzee.

El World Press Photo se cita en el Círculo de Bellas Artes de Madrid.

El mapa que consultaba Abraham Lincoln durante la Guerra Civil Estadounidense. Y sobre el Discurso de Gettysburg, pronunciado por Lincoln en noviembre de 1863.

‘Rebelde con pico de oro’. Una introducción a Christopher Hitchens que firma su amigo Martin Amis.

Borges por Ricardo Piglia.

El hombre que definió a la tristeza como “la lluvia sobre un tejado de zinc” hubiera cumplido ayer 93 años.

Escribe Emmanuel Carrère en ‘Limónov’: “¿Acaso no es mejor morir vivo que vivir muerto”.

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Y una canción.