Atonement

"Que la vida iba en serio uno lo empieza a comprender más tarde"

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Después del invierno

«Esperar a alguien, al menos de esa manera, equivale a cancelar la existencia de uno mismo, a hipotecarla por un tiempo condicional, a cambiarla por un absurdo subjuntivo. Obsesionarse con alguien que ha decidido no estar es regalar minutos, horas y días enteros de nuestra vida a quien ni los ha pedido ni quiere tenerlos; es condenar esos mismos minutos, horas y días a la dimensión del tiempo perdido, de lo inservible; es desaprovechar la infinidad de posibilidades que ese tiempo nos ofrece y canjearla por la peor de las opciones: la frustración, el sufrimiento».

‘Después del invierno’, de Guadalupe Nettel.

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Y una canción.

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Mis libros favoritos de 2014


‘El balcón en invierno’, de Luis Landero (Tusquets)
. No sé si es una novela, una crónica o un relato autobiográfico, pero es lo mejor que he leído de un escritor español este 2014.

‘La última palabra’, de Hanif Kureishi (Anagrama).

‘Felices los felices’, de Yasmina Reza (Anagrama).

‘La hierba de las noches’, de Patrick Modiano (Anagrama). Modiano, París, la nostalgia. Por libros como este le han dado el Nobel de Literatura.

‘Zona de obras’, de Leila Guerriero (Editorial Círculo de Tiza). Por fin se han dado cuenta en España de que hay que enarbolar la bandera del Guerrierismo. Aquí una selección de algunas de sus mejores crónicas.

‘Canciones de amor a quemarropa’, de Nickolas Butler (Libros del Asteroide).

‘La fiesta de la insignificancia’, de Milan Kundera (Tusquets). Confieso que siento debilidad por el checo desde hace muchos años, y le ha salido un epílogo burlón y descreído para su obra.

‘Nobles y rebeldes’, de Jessica Mitford (Libros del Asteroide).

‘Niveles de vida’, de Julian Barnes (Anagrama). El viudo Barnes rindiéndole homenaje a su mujer, Pat Kavanagh: «the heart of my life; the life of my heart». Vais a llorar.

‘No tan incendiario’, de Marta Sanz (Editorial Periférica). No es un ensayo, ni un manifiesto, ni un panfleto: es un bofetón en la cara a la situación de la cultura en España.

‘Éramos unos niños’, de Patti Smith. No se ha publicado en 2014, pero yo lo he descubierto este año. Y me he enamorado de él, como Patti de Robert Mapplethorpe.

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Y una canción.

España es Galdosiana

«No harán nada fecundo; no crearán una Nación; no remediarán la esterilidad de las estepas castellanas y extremeñas; no suavizarán el malestar de las clases proletarias. Fomentarán la artillería antes que las escuelas, las pompas regias antes que las vías comerciales y los menesteres de la grande y pequeña industria. Y por último, hijo mío, verás si vives que acabarán por poner la enseñanza, la riqueza, el poder civil, y hasta la independencia nacional, en manos de lo que llamáis la Santa Madre Iglesia.

‘Alarmante es la palabra Revolución. Pero si no inventáis otra menos aterradora, no tendréis más remedio que usarla los que no queráis morir de la honda caquexia que invade el cansado cuerpo de tu Nación. Declaraos revolucionarios, díscolos si os parece mejor esta palabra, contumaces en la rebeldía. En la situación a la que llegaréis andando los años, el ideal revolucionario, la actitud indómita si queréis, constituirán el único síntoma de vida. Siga el lenguaje de los bobos llamando paz a lo que en realidad es consución y acabamiento… Sed constantes en la protesta, sed viriles, románticos, y mientras no venzáis a la muerte, no os ocupéis de Mariclío… Yo, que ya me siento demasiado clásica, me aburro… me duermo…’».

‘Cánovas (Episodios Nacionales)’, publicado en 1912 – Benito Pérez Galdós

La música y el periodismo

«-No entiendo -dice.

Porque él es periodista y está allí -dice- para hacer un seminario de escritura creativa y periodismo, y no entiende -dice- qué tiene que ver esto con el periodismo, donde esto quiere decir la música: eso que sucede en la pantalla: una clase magistral del músico argentino Daniel Barenboim. Una clase que el hombre no entiende.

-No entiendo cómo algo de todo esto puede servirme para escribir mejor -dice- y se levanta, dos grados por encima de la indignación; y empieza a irse, enfurecido por la pérdida de tiempo; y se va, iracundo porque a quién se le ocurrió; y desaparece, embravecido porque esto es periodismo: porque esto es periodismo y entonces ritmo y entonces tono y entonces forma no aportan, a lo que se dice, nada. Porque esto es periodismo y no hay diferencia entre romper el silencio de una página con una sustancia gris o con un tajo inolvidable. Porque esto es periodismo y tampoco hay relación entre el coraje necesario para tocar un crescendo y el que hace falta para guiar a un lector hacia el centro donde, como una angustia lejana, como una enfermedad antigua, late la semilla de una historia. Porque esto es periodismo y, entonces, da lo mismo escribir un texto herido -un río de sustancia radiactiva- o unos cuantos párrafos retráctiles: viscosos. Porque esto es periodismo y no hay por qué tomarse todo ese trabajo si se puede -con menos sudor, con menos riesgo- ser un notario.

No un periodista: un funcionario de la prosa».

(Fragmento de ‘Frutos Extraños’, de Leila Guerriero. Publicado inicialmente en Babelia)

Patrick Modiano, Nobel de Literatura

Peter Englund anuncia que Patrick Modiano es el nuevo premio Nobel de Literatura. Y la reacción del escritor francés.

Modiano y nosotros. Por José Carlos Llop.

Antonio Jiménez Barca entrevistó a Patrick Modiano en 2009: “El París de mis novelas nace de las cosas que me impresionaron cuando era un adolescente. Es como un cuadro de Magritte”.

Patrick Modiano: La memoria y la niebla.

Vila-Matas sobre Modiano. Y Vila-Matas sobre Modiano tras saber que es el nuevo Nobel de Literatura.

Françoise, Michel, Patrick.

En 1970, Modiano tenía 24 años y dos novelas.

“Modiano is the poet of the Occupation and a spokesman for the disappeared”.

“Patrick Modiano nació demasiado tarde para sus críticos, porque se dedicó a recrear la neblina y los personajes que la posguerra dejó en su memoria”.

Los cinco libros de Modiano que debes leer.

Modiano en la portada de Libération.

Escribe Patrick Modiano en ‘En el café de la juventud perdida’: «Todo va a volver a empezar, igual que era antes. Los mismos días, las mismas noches, los mismos lugares, los mismos encuentros. El Eterno Retorno».

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Y una canción.

Escribir como un niño

«Escribir es lo más creativo, lo más gozoso, el soplo que da vida a las figuras aún inertes, lo que sería en el cine poner la cámara en acción o tomar sus pinceles el pintor tras algunos bocetos, pero también es lo más delicado y lo más arduo. Yo siempre me acerco al atril con el temblor del enamorado primerizo en los albores de una cita. Y por querer, yo quisiera escribir como un niño a quien el hombre sabio y experimentado con destrezas adquiridas en muchos años de soledad y de estudio, viene a rendirle pleitesía, a ofrecerle presentes, como si el niño fuese un rey caprichoso y tiránico, pero legítimo y único rey al fin. Tantas mañanas de escritura, tantos atardeceres de descansar la mejilla en la mano, los ojos escocidos de tanto leer… Qué sé yo, todo eso cansa, y a veces aburre y desanima… Pero el niño es incansable y juega sin parar, y cuando el sabio duerme con su camisón y su gorro con borla, el niño sigue jugando con botones y cajas de cartón que son ejércitos y reinos y batallas, poniendo en el mundo un orden nuevo, contando para sí las historias secretas que el ciego corazón le dicta. Así es como me gustaría escribir y así es como sueño que escribo en mis buenos momentos de inspiración».

‘El balcón en invierno’, de Luis Landero.

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Y una canción.

¿Qué fue primero?

Javier Cercas sobre Chusé Izuel.

‘Farther away’. Franzen sobre Foster Wallace.

El ‘Aullido’ de Allen Ginsberg.

‘Los malditos’ que reunió Leila Guerriero.

William S. Burroughs, el maldito más maldito. Y Juan Gelman sobre Burroughs.

Rimbaud.

La ‘Última carta’ de Ted Hughes a Sylvia Plath.

“Simplemente no acepto las condiciones de la vida”.

Y esto de Charles Bukowski.

Escribe Nick Hornby en ‘Alta fidelidad’: “¿Qué fue primero: la música o la tristeza? ¿Me dio por escuchar música porque estaba triste? ¿O es que estaba triste porque escuchaba música? ¿No te convierten todos esos discos en una persona de tendencia melancólica?

(…)

Las personas más desgraciadas que yo he conocido, románticamente hablando, son los que tienen un desarrollado gusto por la música pop. Y no sé si la música pop es la causante de esta infelicidad, pero sí tengo muy claro que han escuchado esas canciones infelices desde hace más tiempo del que llevan viviendo una vida más o menos infeliz”.

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Y una canción.

Qué todo

Escuchad a David Letterman haciendo radio con 21 años.

‘La ratonera’. Por Raúl del Pozo.

Esta entrevista a Roberto Saviano.

Mucho más que comer placenta.

Nórdica ilustrando a Walt Whitman.

Damien Hirst está escribiendo su autobiografía.

Radio hecha en Somalia por periodistas locales a los que han formado previamente.

‘Doctor Zhivago’ es propaganda anticomunista.

Así combate Brian Eno el bloqueo mental.

Villoro, Guerriero y Caparrós para aprender crónica periodística.

Las teorías conspiratorias sobre la muerte de Kurt Cobain.

Escribe Martin Amis en ‘La viuda embarazada’:

– Mmm… Es duro de aceptar, pero recuerda esto: el mundo tiene mal gusto. Se decanta por lo obvio.
– ¿Y qué es lo obvio?
– Vamos, sabes a lo que me refiero. Lo superficial. Su físico puede gustar a los vulgares, Lily. Pero tú eres mucho más inteligente y más interesante.
– Mmm… Gracias. Pero sé lo que va a pasar. Te vas a enamorar de ella. No es que tengas esperanzas, claro. Pero lo harás. Cómo no. Tú. Tú te enamoras de cualquier cosa que se mueva.

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Y una canción.

Gregorio Morán sobre la dimisión de Suárez y el papel del Rey

“En resumen, que a Adolfo Suárez le obligaban a dimitir unas “circunstancias” oscuras que él no quería precisar, pero sí tenía la voluntad de dejar bien sentado que no le echaban -“Me voy, pues, sin que nadie me lo haya pedido…”-. Ese “nadie” no podía ser otro que el Rey, que si no se lo había pedido explícitamente, le había dado motivos para interpretar que lo mejor era que se fuera.

[…]

Siempre se había creído -porque así debió desearlo tanto el Rey como Adolfo Suárez, y así lo contaron Josep Melià y demás voceros- que antes de leer su discurso de dimisión y despedida, Suárez había tenido la gentileza de enviar el texto a La Zarzuela, para que el Rey y su gente lo supervisara. Un gesto de respeto hacia Su Majestad. No sólo no fue así, sino todo lo contrario. Puesto que Adolfo no estaba dispuesto a hacerlo llegar previamente a La Zarzuela, el Rey mandó a su secretario político, Sabino Fernández Campo, a personarse en Moncloa y supervisar el texto antes de su grabación.

[…]

“Me voy sin que Nadie me lo haya pedido” no estaba en el texto que Suárez iba a leer.

[…]

De todas maneras, lo que podemos asegurar hasta el día de hoy consiste en lo siguiente: Adolfo Suárez, en su intervención definitiva en RTVE, hacía una referencia distante y obvia a la Corona, pero dejaba en el aire las suposiciones sobre “las actuales circunstancias”. Después de la visita del secretario del Rey aparece la “significativa” frase: “Me voy sin que Nadie (Su Majestad) me lo haya pedido”. Lo cual era incierto. El Rey le hizo saber que debía irse, porque amenazaban un golpe de Estado y creía tener el único ungüento que podría curar la situación: un gobierno de gestión y unidad presidido por Alfonso Armada”.

******

“El día 23F Suárez se convierte en el paradigma de la democracia, en el líder de una transición que en esencia él representa, tanto, que los golpistas le consideraron como objetivo primordial a derribar y humillar. El mismo día que él, ante el conjunto de la sociedad española, se ganó todos los galones que jamás nadie habría de ganar en el periodo democrático. Pero ese mismo día ha cavado definitivamente su fosa política. Su gesto digno y valiente es el RIP de su carrera política. Ya nada podrá ser igual; ni recuperado, ni superado, ni redimido. Hubiera sido igual ponerse de rodillas ante los invasores del Parlamento, o meterse debajo de la butaca azul.

[…]

El 24 de febrero de 1981, con el país acongojado y él exultante, lo único que de seguro no se le pasó por la cabeza fue retirarse. Al contrario, si se había podido deshacer de la conjura hasta su fracaso total, ¿acaso no era el momento de volver a la situación anterior? Desenmascarados los golpistas, y muy especialmente su acérrimo enemigo personal, Alfonso Armada, no había ninguna razón para que él no pudiera seguir siendo el presidente ¿O sí la había?
La respuesta la dio el Rey la misma mañana del 24 de febrero, cuando Adolfo, aún presidente, le pidió a Juan Carlos expresamente que quería seguir y éste le respondió que ése era ya un capítulo cerrado. O en otras palabras, una cosa era que los golpistas hubieran fracasado en la envergadura de su plan y de sus objetivos, y otra que siguieran existiendo las razones primordiales que habían urdido la conspiración y organizado el golpe. Adolfo Suárez no podía ser presidente. Y esta imposibilidad, impuesta por los poderes fácticos como algo incontestable, sería el baldón que Suárez tratará de quitarse cruzando un desierto durante diez años. Para que llegara un momento que el Rey se tragara sus palabras, y los golpistas y los poderes fácticos sus miserias. Será el techo que Adolfo nunca entendió hasta que hubo de rendirse a la evidencia. Todo él, hiciera lo que hiciera, estaba amortizado”

Fragmentos extraídos del más que recomendable libro de Gregorio Morán: ‘Adolfo Suárez. Ambición y destino’.

Y también esta entrevista en Jot Down a Gregorio Morán.

Patti Smith

‘Éramos unos niños’.

Fue el verano en que murió Coltrane. El verano de “Crystal Ship”. Los hippies alzaron sus brazos vacíos y China hizo detonar la bomba de hidrógeno. Jimi Hendrix prendió fuego a su guitarra en Monterey. AM Radio retransmitió “Ode to Billie Joe”. Hubo disturbios en Newark, Milwaukee y Detroit. Fue el verano de la película ‘Elvira Madigan’, el verano del amor. Y en aquel clima cambiante e inhóspito, un encuentro casual cambió el curso de mi vida.
Fue el verano en que conocí a Robert Mapplethorpe.

***

‘El mar de coral’.

Se puso las bolsas húmedas en los párpados cerrados y, al apretar, se sumergió en una serie de fotogramas, una pálida orquídea estrujada por una mano aún más pálida, una muchacha sin alhajas que ofrece su cuello desnudo. Deseo, un líquido, que le corre por la garganta, el pecho, que se desliza por sus rodillas abiertas. Él se quedó en la evanescente sombra. El llanto de la muchacha le despertó repugnancia mezclada con amor. Un amor que solo Cupido podría abrazar en la travesura del sueño. Y que solo M podría abrasar en la crueldad del despertar.

***

‘Tejiendo sueños’

Recorriendo el terreno cubierto de plumas dejando caer frases como:

“He estado en lugares peores
He estado en mejores
He visto mucho mundo…”
Y lo único que quieres es una mano tendida
Que te saque del lodazal, de la belleza.
Que te levante…

***

Patti Smith & Robert Mapplethorpe en fotos. Y en vídeo.

*

Y una canción.